Review: Roma 

La review del día de hoy viene de la mano de Juli Black, miembro de muchos años de HarryLatino. 

Cuando los hermanos Lumiere filmaron Salida de los obreros de la fábrica (1895)  las fotografías cobraron vida. El recuerdo guardado en una imagen para siempre ahora podía tener movimiento como los recuerdos en nuestra mente. La explosión del cine hizo que se transformara y viajara por diversos lados, cine americano, cine europeo, cine de autor, cine clásico, dramas, comedias, ciencia ficción y horror, entre muchos otros. Con su nueva película, Roma (2018), Alfonso Cuarón (Gravedad en el año 2013 y El prisionero de Azkaban en 2004) trae y renueva una idea básica. La fotografía como el recuerdo, que cobra vida.
El film transcurre en 1970 y sigue la historia de Cleo (Yalitza Aparicio), una empleada doméstica en la casa de la Srta. Sofía (Marina De Tavira) y su familia de clase media alta, en el barrio Roma de Ciudad de México. Pronto un quiebre en la familia para la que trabaja y los eventos desencadenados después de su primer encuentro sexual van a desarrollar una época de crisis y reinvención en este hogar.
Pero la realidad es que, través de este relato, Cuarón quiere contarnos algo más, una historia que ocurrió ahí mismo pero con otros personajes que se parecen mucho pero no son literalmente los que vemos en la pantalla. Y es que en la película hay algo que viaja entrelazado a la narración, algo que está en las elecciones de cámara, movimientos y encuadres, elecciones de iluminación, de sets, de eventos que ocurren casi de casualidad, de puesta en escena y de sensaciones que transmite todo el tiempo. Porque Roma realmente es el reflejo de la infancia de su autor. Es una carta de amor a sus recuerdos y una mirada adulta tanto a los sucesos que el más recuerda de su época, como a la manera de vivir de las personas que lo rodeaban.
Vamos a analizar 3 niveles en los que funciona este film entendiendo como Alfonso Cuarón los utiliza para crear su idea de recuerdo. A partir de acá…
¡ALERTA SPOILERS!
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Desde lo técnico podemos hablar de una sensación de hiperrealismo, uno de los objetivos que alcanzó el director con esta película. Decidió abrazar la era digital, en búsqueda de revivir su propia historia y de que realmente se sienta como un recuerdo visto a través de fotografías que cobran vida. La película fue filmada con una cámara moderna pero luego convertida a blanco y negro. Como él mismo dijo, mientras que muchos buscan efectos de antigüedad en el fílmico, decidió que para lograr la sensación buscada la imagen debía ser bien nítida y filosa. Debía poder filmar en ángulos amplios para filmar, que asemejen la vista humana e incluso, gracias a estas elecciones, la posibilidad de manejar con mucho nivel de detalle las luces y las sombras en cada plano, todo manteniendo y trabajando dentro del blanco en negro que nos pone a los espectadores en la sensación del recuerdo fotográfico. Además hay que mencionar como también usa estas herramientas para intensificar la sensación de “carta de amorâ€, dándole una belleza particular a cada lugar, a cada ambiente de la casa, a cada espacio natural, a cada rincón de la ciudad, todo desde el uso de la luz, de la puesta de cámara, o de la velocidad y la forma de movimientos. Tal vez el uso más icónico de estas herramientas está en un tipo de plano que usa repetidamente el film, donde todo el espacio se ve amplio en la pantalla y la cámara va moviéndose acompañando el recorrido de los personajes pero sin moverse de su “spotâ€, el espectador está transportado a este recuerdo, confinado a ser un observador de los modos de vida de la época.
Conectando con lo narrativo la película empieza con una idea de rutina, muestra la cotidianidad y la repetición en la vida de Cleo, mientras siembra las semillas del conflicto. La ruptura de una familia y a la vez la ruptura de la vida de ella son el motor para deambular al espectador por los momentos que reflejan los recuerdos y que observan situaciones de la época. Cleo se va a enfrentar a un embarazo no deseado y abandonada por él padre de la bebé, Sofía se va a enfrentar a una vida que no conoció, dejada por su ex-marido, con 4 chicos a su cargo. En Sofía un viaje a la libertad y en Cleo un duro paso a la adultez. Pero entre más ahondamos en estos conflictos más vemos sus diferencias porque las clases sociales a las que pertenecen son profundamente diferentes. Las oportunidades para cada una siguen siendo diferentes, sus relaciones personales son diferentes, el trato del sistema sobre ellas lo es, e incluso, aunque la misma familia protagonista quiera a Cleo ella nunca deja de ser la empleada, trabaja para ellos, a veces le gritan y a veces la maltratan. De vuelta al realismo, no son una familia modelo, son una familia real. Y así, en este reflejo de la realidad, Cuarón aprovecha para además analizar a las clases sociales por las que vivió rodeado, la cultura y los momentos históricos que presenció de niño pero que tal vez no podía comprender en ese momento. Los terremotos, las fiestas de la alta sociedad y las de las clases bajas, la violencia médica, la represión estudiantil, las calles, los estilos de vida. Todo se ve entrelazado a la historia de Cleo de una manera brillante, como un hilo que se va atando a otro en los lugares precisos.
Es recién en el tercer nivel de esta película donde todos estos nudos entre ambos hilos forman un patrón para mostrar lo que Cuarón quería que viéramos: las mismas cosas que vio él. En el detalle y la ambientación está todo lo que alguna vez acumulo en su mente. Hay cosas que solo podemos saber investigando un poco, como que no solo la película fue filmada en el barrio Roma donde Cuarón creció, sino que reconstruyó su casa de la infancia dentro de otra casa, hasta una serie de elementos que parecen casuales pero no lo son (nunca se olviden que en el cine nada es casual). Los aviones, las bandas militares por la calle, los luchadores de lucha libre, el cine y las películas dentro de la película, los disfraces de hombre del espacio, los programas de televisión, los juegos con las armas, las vacaciones, los festejos, la música, las canciones para dormir, los vendedores ambulantes, los autos y muchas cosas más, todas que entran y salen de la película como cosas que uno recuerda en una vieja reunión familiar donde mira muchas fotos y cuenta muchas anécdotas. 
Si miramos esas reuniones vemos que algo de eso hay en la búsqueda de esta película. Compartir un viaje al pasado. Atraerte a una historia que no es tuya pero hacerte entender porque esta historia es de alguien y ahora puede ser de todos, sumándole además, la visión adulta sobre estos eventos que permiten analizar a la distancia la sociedad en la que uno mismo creció.
Cada decisión hecha por Alfonso Cuarón en Roma está hecha con un objetivo: Convertir sus recuerdos en una fotografía que se mueve, que refleja su infancia con el realismo que permite una mirada madura sobre la vida de un niño que amó serlo. Una persona que atesora esos momentos y ahora quiere compartirlos, quiere enseñarlos de la manera más objetiva posible pero aún así con todo el aprecio y amor que siente por ellos. Una película que es una carta de amor, un álbum de fotografías que se mueven, todo esto es Roma y mucho más.

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