Mañana jueves 17 de enero se estrena en los cines de Argentina Creed II de la mando de Warner Bros y Alejandro Nuñez te cuenta todo sobre esta nueva etapa del boxeo.
Este renacer que hace unos años tuvo la carrera de Sylvester Stallone (desde 2006, cuando lanzó Rocky Balboa) hoy nos trae hasta lo que tranquilamente podría ser el cierre de una franquicia lo suficientemente exprimida. Creed II cumple con lo que promete. Y solo eso. Podríamos tranquilamente decir que es un film para fanáticos del Semental Italiano. Porque siendo honestos, aburriría un poco a los simples amantes del boxeo.
La cinta recoge el guante en donde lo dejó su predecesora, con Adonis Creed (Michael B. Jordan) como campeón mundial indiscutido de pesos pesados, y afrontando nuevos desafíos en su vida cotidiana (casarse, tener una hija). Hasta que lo esperado por todos sucede: aparece un nuevo retador. Lo interesante (y también trillado) es de quién se trata. Nada menos que Viktor Drago (Florian Munteanu), hijo de Ivan Drago (Dolph Lundgren), el asesino de su padre, Apollo.
En este punto de la película tenemos, por un lado la ira acumulada por años del ruso padre, quien ha sido despreciado y bastardeado por décadas en su país. Enojo que le ha sido transmitido con un doble mensaje a su hijo, quien además de cargar con ese peso, padece el abandono de su madre, quien también los dejó tras el fracaso de Drago, al perder el título en su tierra natal, en manos de Rocky (Rocky IV, 1985). En la otra esquina del round nos topamos con un Adonis cargado de sentimientos de venganza y ansias de revancha, intentando mantener el apellido en lo más alto.
Y
aquí surge el primer momento interesante de la historia. El mismo tiene nombre y apellido: Rocky Balboa. En su eterna infinidad y madurez, el ex campeón saca a relucir su filosofía callejera, con 72 años a cuestas, un diagnóstico de cáncer que le hace sombra a cada minuto, y la soledad impregnada a flor de piel. Es el encargado de intentar que Adonis ponga los pies sobre la tierra, e intente entender que no tiene que hacer suya una guerra que empezó su padre. Pero claro, éste nunca lo entenderá así.
Punto a favor para el joven director Steven Caple Jr., al elegir a Munteanu como villano. Mezcla monstruosa entre Viktor Krum (Harry Potter y el cáliz de fuego, 2005) y Bane (Batman: El caballero de la noche asciende, 2012), el hijo de Iván Drago hace su aparición como corresponde: derribando absolutamente todo lo que se cruce en su camino, con los puños.
Repitiendo una vez más la fórmula (y es en donde la redundancia le hace muy mal a la historia), Creed recibe una paliza histórica en un primer encuentro, para recuperarse y volver a la carga sobre el final de la cinta. Cualquier parecido con todas las películas anteriores de Rocky, no es pura coincidencia. En cuanto a efectos, hay que puntuar con un 10 todo lo logrado. Maquillaje, sonido, musicalización, sin todo lo que envuelve cada escena, probablemente el resultado perdería mucho en calidad. Las pequeñas historias que se desprenden del guion, por momentos suman más que el nudo de toda la película. El dolor eterno de Stallone por la falta de su esposa, el alejamiento de su hijo, y el nunca haber podido conocer a su nieto. Todo esto sumando al desprecio de Adonis, cuando Rocky intenta persuadirlo de pelear con el ruso.
También la aparición de la ex esposa de Apollo y el hijo del ex entrenador del mismo, le dan algunas pinceladas nostálgicas, pero no logran rescatarla del ostracismo. Es irónico que pese a la escasa aparición de Rocky, son sus escenas las que guardan mayor atención. En todo momento se lo nota frágil y casi al borde de lo que puede ser una fatalidad. Y quizá su acercamiento a la muerte es lo que le da ese plus en cada diálogo, en cada destello de palabras.
Con actuaciones totalmente aprobadas y un guion que peca de repetitivo, estamos ante lo que se podría decir un buen cierre para una franquicia que nos hizo volver a sentir amor por los puños.
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